Dicen que la casa solariega de Loyola se resquebrajó cuando el futuro «peregrino» «se entregó a Dios» (como reza un cartel en la capilla del lugar). El «enemigo de la naturaleza humana» tembló viendo el impacto de esa conversión que sería un tsunami para la Iglesia a lo largo de la historia y de toda la tierra. Desde joven una y otra vez he leído y estudiado este Relato del peregrino, nombre con que se conoce a la Autobiografía de san Ignacio pues él mismo se denomina como «el peregrino». Peregrino por los caminos del mundo, pero sobre todo peregrino en la búsqueda constante de Dios. La lectura no siempre era fácil debido al estilo propio de ese siglo. Contemporáneamente a esta lectura, otras de la época, en castellano actualizado, me hicieron mucho bien. Por ello, hace años me embarqué en la tarea de «traducción» de la obra al castellano actual. Esto permitirá que sean muchos los que se beneficien de la lectura de este itinerario vital que descubre cómo Dios llevó, educó y forjó a nuestro santo a través de acontecimientos, lugares y personas.
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